miércoles, 20 de mayo de 2009

● 101 km. en 24 Horas - Ronda 13ª Edición 2009

11:00 A.M. Todo felicidad y alegría para olvidarnos de lo que nos quedaba por delante

16 de Mayo de 2009
Cuando decidimos prepararnos para los 101 kms. de Ronda lo teníamos claro. No se trataba de una larga  ruta, ni si quiera de una travesía más, sino que representaba todo un reto, una colosal aventura donde nuestro único objetivo estaba claro: acabarla. Poco importaban los tiempos que hiciéramos, daba igual el ritmo marcado, solo importaba una cosa, que lográramos finalizarla como mínimo un segundo antes de las 24 horas marcadas como límite por la organización. Atrás quedaban los meses de entreno, los madrugones en fin de semana y las horas de ocio quitadas a nuestras mujeres y niños. Había llegado el día, ya no había marcha atrás y ahora solo había que cumplir con el objetivo: cruzar la meta de cualquier manera, aunque fuese gateando.


Dificultad: Muy alta (por la distacia). Tiempo Total: 22 h.46 min.28 s. Distancia Total: 101 kms. Ruta no circular. Desnivel min.: 424 m. Desnivel máx.: 900 m. Desnivel Acum.: 1.952 m.
Participantes: Rafael Blasco, Constantino Fernández, Diego Gil (y 7423 inscritos más).
Pueblos: Ronda, Arriate, Setenil, Montejaque y Benaojan. 

 Antes de empezar, junto al campo de futbol de Ronda, mientras hacíamos cola para dejar una mochila con muda de ropa y abrigo para afrontar la noche en el km. 53 en Setenil

La mayoría de los participantes durmieron la noche antes en Ronda. Hoteles, albergues, campings, furgonetas o cualquier sitio donde se pudiera pernoctar estaban atestados y completos desde muchas semanas antes. Participantes de toda la geografía española e incluso del extranjero no se querían perder esta cita que se ha convertido una clásica para los que le gustan los desafíos extremos. 
A las 10:30 de la mañana se dio la salida para los ciclistas y media hora más tarde para el resto de valientes (marchadores, corredores y duathletas).
La preparación de la mochila fue fundamental. No solo había que hacer dos mochilas, una para el día y otra para la noche, sino que la previsión ante cualquier contratiempo había que tenerlo en cuenta. Comida y bebida no eran estrictamente necesarios puesto que cada 5 kms. la organización tenía previstos diferentes puntos de avituallamiento sólido y líquido (Agua, bebidas isotónicas, trozos de fruta, dulces y barritas energéticas, así como dos comidas frías (kms. 23 y 53) y una caliente (km. 77, en el Tercio de la legión). Lo verdaderamente importante era: bastones, gorra (a poder ser con faldón), crema solar, crema antirozaduras, kit para las ampollas, aspirina, ibuprofeno y paracetamol. Calzado y calcetines adecuados (hay que tener en cuenta que no existen ni zapatillas ni calcetines adecuados para una prueba como esta, las rozaduras y las ampollas te iban a salir de cualquier manera aunque tuvieras el material más vanzado que existiera). Si alguien conoce un material para una prueba que equivale a hacer 2 maratones y medio seguidos, que lo diga.


Los primeros kilómetros fueron muy distendidos. Había que intentar mantener un ritmo y no dejarte llevar por la muchedumbre. Te empezaba a pasar todo el mundo y había que saber contenerse: ancianos, obesos, frikis disfrazados, legionarios con botas militares, algún cabrero con un callao y un sin fin de pintorescos personajes que formaban una serpiente multicolor que no parecía acabar nunca.
Los primeros avituallamientos convenía saltárselos ya que las colas eran interminables y el retraso podía empezar a acumularse demasiado pronto.
Al llegar al kilómetro 14,3 entramos en el campo de maniobras de las Navetas donde hicimos un mini circuito. El calor apretaba y había que empezar a reponer líquidos en los avituallamientos. Así puestos, llegamos al kilómetro 23 donde pasamos junto al espectacular circuito privado de coches de Ascari. Allí realizamos la primera parada y nos dieron una rica comida sólida.


Pasado el kilómetro 30 llegamos a la subida a Arriate. Primer rompe piernas de la prueba donde empezaron a caer los menos preparados. Un Hummer escoba se ocupaba de ir recogiendo sus restos.
Empezó a atardecer y las piernas ya comenzaban a estar cansadas (y no habíamos llegado ni a la mitad de la prueba). Diego sufría más que ninguno debido a que tenía ampollas de la semana anterior por exceso de entrenamiento. Decidimos, muy a nuestro pesar, seguir a nuestro ritmo y que él se quedara más retrasado ya que empezaba a peligrar la media que teníamos que llevar para entrar dentro del control. Poco después abandonó con los pies destrozados.
Ya con la noche bien avanzada (sobre las 23:00 h.) llegamos al pueblo de Setenil donde deberíamos recoger la mochila de la noche y dejar la de la mañana. Estábamos sobre el km. 56 y bastante rotos ya. Este punto fue aprovechado para el abandono masivo de participantes. El Hummer escoba se había tranformado en autobuses atestados que devolvían a los vencidos a Ronda. Nos quedaba lo peor y con la moral muy tocada. Comenzaba a palparse la cruenta realidad de la dureza de esta prueba.
El círculo que formaba delante nuestra la luz de los frontales se transformaba como la única realidad existente; a nuestro alrededor la más absoluta negrura. Durante muchos kilómetros avanzábamos en solitario como si el mundo se hubiera acabado ¿dónde estaban los miles de participantes restantes? Nos inventábamos juegos para desviar la atención de los intermitentes dolores que empezaban a surgir en múltiples lugares de las piernas. La compañía que nos hacíamos resultaba vital ya que muchas veces seguíamos caminando simplemente por no dejar al otro solo. No sabíamos cuanta gente llevábamos por detrás y en los avituallamientos, lejos de intentar animarnos, nos metían aún más prisa.


Sobre las 5 o 6 de la mañana llegamos al Cuartel del Tercio de la legión absolutamente destrozados. Estábamos en el km. 77. Allí casi no quedaba ya nadie y la soledad se palpaba con facilidad. Nos dieron una comida caliente. Yo particularmente, no podía mover la pierna izquierda. Me replanteé seriamente el abandono. Me tuvieron que ayudar a levantarme de la mesa y me preguntaba que coño hacía yo allí. Se me aparecieron todos los fantasmas, esto me parecía una locura.
Más por inercia que por otra cosa retomamos la marcha. El ritmo era lentísimo, nos quedaban aún 29 kms. por delante y, por si fuera poco, teníamos justo delante la subida más dura de la carrera: la subida a Montejaque.
Aquí se produjo un hecho fundamental que, seguramente, hizo que acabase la carrera. Me dopé con analgésicos y antiinflamatorios lo que hizo que me desaparecieran los dolores, al menos momentáneamente. Subí como una moto Montejaque y el efecto me duró justo hasta la bajada. Ya se había hecho de día y las esperanzas de llegar a la meta comenzaban a ser reales. Empezábamos a creérnoslo.
Los últimos 10 kms. pesaban como losas y se hiciéramos auténticamente interminables. No nos podíamos creer que hubiésemos llegado hasta allí y ya había que acabar como fuera. Las piernas y las ampollas ya no dolían ante la posibilidad de terminar reto. Cada metro andado era un metro menos. Nuestro margen de tiempo era muy escaso y ya no podíamos parar ni un solo instante. Me salieron también ampollas en las palmas de las manos por cargar el peso sobre los bastones para aliviar las piernas.
En el km. 100 había que subir el Tajo de Ronda por una cuesta empedrada. Ya se escuchaban los megáfonos y el aliento del público a lo lejos. No podía ni bajar una loma de dos metros, las rodillas se me doblaban solas. El ánimo de los rondeños te daba alas y recorrimos los últimos metros como si fuéramos héroes que volvían de una batalla. LO HABÍAMOS CONSEGUIDO, no nos lo podíamos creer y nos fundimos en un abrazo tras pasar la línea de meta. Vaya burrada que acabábamos de hacer, pero que bien nos sentíamos. Habíamos sembrado la primera semilla de un sin fin de futuras aventuras de montaña.


Clasificación general: 5499 de 7426 inscritos.
Clasificación en marcha: 2008 de 3244 inscritos.






1 comentario:

  1. Una experiencia gloriosa!!!

    Se te ha olvidado poner como se nos saltaban las lagrimas cuando estabamos a escasos 100 metros de la meta con los animos de la gente.

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